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Relatos

Mi amiga Alicia

Las 20h y como todos los viernes me hacía una foto para subirla al estado de WhatsApp, pero esta vez escribía, DE VACACIONESSS 💃, con mi súper flamenca. Porque esta semana que estaría las disfrutaría para mí, en los ratos que me dejaran mis hijas y mi marido, por supuesto.
A los dos minutos recibo un mensaje de mi amiga Alicia, donde me dice:
– Ya estás tardando en que quedemos a tomar café.
Esta Alicia es un amor, de mayor quiero ser como ella, separada y con la custodia compartida, aunque siempre los tiene ella porque su ex-marido tuvo que marcharse al pueblo de sus padres a seguir con la granja (herencia familiar) y las vacaciones o puentes que él se los llevaba, la mayoría del tiempo los peques estaban con sus padres.
– Hola loca, te apetece que nos veamos el martes después de dejar a los peques en el cole? Ande vamos a ir??? Y te invito a desayunar…- le escribí mientras se me instalaba una sonrisa aún más amplia de la que tenía.
– Cómo que loca? Querrás decir cómo está mi loca del coño, no petarda? Jajaja – si es que tenía que ser mi loca del coño, moño o lo que quiera – Pues tenía pensando que como aún hace muy buen tiempo….. ¿Qué tal si desayunamos en casa y aquí ya según veamos, nos cambiamos y nos vamos a mi piscina? Sabes que puedes hacer topless, no hay vecinos y Rafa estará de reparto, así que no te va a ver esos melones que tienes, malaa.
Que cabrona, cómo sabía dónde darme, a la tía le encantaba mis melones, pero no porque los hubiera probado, sino que en gym o donde fuera siempre me decía: “tía, yo quiero tus melones y si pillo a un ricachón le diré al médico que quiero tus tetas”, así era mi Alicia.
Y Rafa, era su follamigo, porque ella decía que eso de novio ya no se llevaba.
Pasaron los días y los disfruté a tope con mi familia.
Llegó el martes y a las 7 como siempre toque de diana. Empezó la cuenta atrás para ir al cole. Mientras las despertaba, les preparaba el desayuno, preparaba ropa y preparaba mi ropa. Viendo que con el calor que hacía de buena mañana, mecagoentoloquesemenea y no paraba de sudar, no me lo pensé y me metí a la ducha de cabeza, no era plan llegar a casa de mi amiga y mientras desayunábamos oler a puerca.
Me quité los cuatro mini pelos que me habían salido, “viva el láser de mi amiga Noemí” y viendo la hora, me vestí lo más rápido que pude y al cole.
De vuelta a casa, cogí la mochila con el biquini, otra ropa interior y directa a casa de mi niña.
Cuando llegué, toqué el timbre y abrió. El portal era precioso, pero si ibas con dos copas de más pillabas tal mareo que echabas la pota fijo y es que tenía espejos por todos los lados. Nota mental: si alguna vez me hago famosa y grabo un videoclip, lo haría aquí.
Subí en el ascensor, era solo el segundo, pero estaba perra de buena mañana y eso de no haber desayunado me pasaba mucha factura.
– Oye perra, en mi casa se dan dos besos – me dijo nada más salir del ascensor.
– Buenos días chocho –  le di dos besos y un achuchón por si acaso.
– Pasa y ponte cómoda – ella llevaba una camiseta de tirantes semitransparente donde se le transparentaban los pezones y un tanga negro de encaje.
– Pero si ya voy cómoda.
– De eso nada, ya estás soltando lastre y quedándote igual que yo, que después nos ponemos como puercas sudando y paso de poner el aire que con todo abierto corre buena brisa. Además no hay vecinos porque con esto del confinamiento todos los madrileños se han ido a sus casas…
Así que le hice caso y empecé a quitarme cosas y me quedé en un tanga que, joder que coincidencias, era negro como el suyo (se notaba que las dos comprábamos en la misma tienda) y una camiseta de tirantes.
Empezamos a desayunar y estaba todo buenísimo, como me conocía la cabrona y sabía que el chocolate era mi debilidad.
– Por cierto nena, ¿cómo llevas el bulto del pecho? ¿Te desapareció? – mientras me lo preguntaba ya me estaba subiendo la camiseta y de un tirón seco me la quitó- ¿Donde lo tenías?, porque no te veo la mancha.
– La virgen nena, ni que fueras a violarme, mira, aquí estaba – lo hice señalándome la zona que meses antes me tenía en vilo por si sólo era un nódulo inflamado o era algo más grave, que por suerte se quedó en una anécdota que contar.
Mientras la miraba me dijo, – Tía siempre he querido comerte una teta, ¿me dejas?
Yo me eché a reír pensando que era broma y le dije que más tonta era si no lo hacía, pensando que no lo haría, pero no me acordaba cómo era mi amiga Alicia.
Empezó a tocarme las tetas con mucha delicadeza y sutilmente se metió todo mi pezón en la boca. Sin quererlo de mi boca salió un pequeño gemido que pensaba que solo lo había oído yo pero ella me oyó y me cogió el otro pecho pellizcándome el pezón.
No pude reprimirme un ¡Joder!. Ella me preguntó cuando hacía que no follaba y yo le comenté que sobre unas tres semanas. Mi marido no se arrimaba ni para darme un abrazo.
Se puso encima de mí a horcajadas y me besó muy suave, le subí la camiseta, era mi primera vez que hacía algo con una persona de mi mismo sexo y eso me ponía a cien. Yo también empecé a imitar todo lo que me hacía. Bajó su mano y solo la colocó encima de mi sexo pero estaba todo el tanga chorreando.
– ¿Cabrona sabes que estás súper mojada?
– Si, pero por favor no pares…
Mi amiga ladeó el tanga y muy despacio me fue acariciando mis labios con sus dedos hasta introducirlo en mi coño.
– Joderrr cabrona…. – sólo pudieron salir esas dos palabras de mi boca seguido de un gemido.
Mientras ella me besaba y movía los dedos haciéndome gemir, atrapé su pecho pellizcando su pequeño pezón.
Oímos un pequeño ruido pero seguimos a lo nuestro, la puerta estaba cerrada con llave además ese ruido procedía de la calle así que no hicimos caso.
Las cortinas ondeaban por la pequeña brisa marina que entraba e hiciera que no nos pusiéramos sudando como cerdas.
No podía más, mi cuerpo comenzó a dar pequeñas sacudidas producto de esos dedos que se introducían lento y luego deprisa, consiguiendo que empezase a gemir cada vez más seguido y cerrando los ojos…..
– Joder Alicia, vas hacer que me corra… Ahhhh…. – ya no pude hablar más, me corrí.
Sacó sus dos dedos de mi coño, la levantó a la altura de mi cara y vi que estaba toda la palma de su mano chorreando. Sus ojos se volvieron más oscuros de lo que eran y en su cara apareció una sonrisa que solo la sacaba cuando hacía la perra con los demás tíos. Se metió un dedo en la boca y cerrando los ojos dijo – Ummm que bien sabes cabrona, abre la boca perrita mía.
Aún recomponiéndome del orgasmo (que jamás hubiera imaginado). Le abrí la boca, quería saber a qué saben mis jugos. Porque ella relamía uno de esos dedos, saboreándolo y dejándolo totalmente limpio. Sabía que ella quería que yo hiciera lo mismo.
Se levantó, se quitó el tanga, me levantó del sofá y me hizo quitarme también el mío.
Me cogió de la mano y me llevó a su cama.
Era una habitación amplia y muy luminosa, donde había una cama que me pareció gigante y unas sábanas de color negras de seda.
– Tía, esta cama es gigante y me encantan estas sábanas, que suaves son – le dije mientras las tocaba y ella aprovechó para con su mano empujarme y yo caer en la cama.
Me dijo que me quedase ahí, así que yo aproveche para seguir revolcándome en ese tacto maravilloso que nunca había tocado en una cama.
Vino con un arsenal de juguetes la muy zorra.
– ¿Todo eso que es? – le pregunté casi tartamudeando.
– Para pasarlo muy bien, tenemos hora y media antes de que te vayas a casa para hacer la comida y como por fin he podido hacer mi fantasía realidad de tener sexo contigo lo voy a cumplir hasta el final. Porque lo del sofá solo ha sido el plato entrante, chata.
Ante esa confesión me quedé muda, ella viendo que no tenía palabras, siguió diciéndome.
– Por cierto nena, se nota que es verdad que no habías tocado a otra mujer, pero aprendes muy rápido.
Cogió varias cosas que no pude ver porque me tapó los ojos y me ató las manos para que esta vez sí que no pudiera tocarla y así ella manejarme a su antojo .
Empezó a besarme lentamente los labios, los hombros, los pechos, parecía que tenía mil manos, las notaba en todas partes.
Me besó en la barriga y de ahí fue bajando hasta llegar a mi sexo, echó su aliento fresco en él, lo que hizo que me retorciera de gusto.
– Ábreme bien las piernas zorra mía, hoy vas a saber lo que es ser dominada por una tía y me da igual ser tu mejor amiga, porque me las vas a pagar por todas esas veces que te has cambiado en el gym delante de mí y no te he podido tocar.
Me metió un plug metálico en la boca para que lo salivase y cogiera temperatura para que no estuviera muy frío.
Mi amiga había sido consciente de que teníamos un espectador, su vecino David, que había venido a casa de sus padres de vacaciones, mientras ellos estaban en Madrid trabajando.
Él estaba en la terraza disfrutando de las vistas con su café.
Le hizo un gesto a mi amiga de que si podía ir, pero ella negó con la cabeza, lo único que hizo para que él pudiera verlo mejor es correr más las cortinas y abrir bien las piernas de la zorrita que le esperaba en la cama.
Sentía como lamía mi coño e introducía sus dedos y los movía muy deprisa y fuerte, tanto, que hizo que volviese a correrme, pero esta vez de mi sexo salió un gran chorro de mis jugos que ella se encargó de esparcirlo por todo mi cuerpo. Volvió a meter sus dedos en mi boca para que los limpiase y con su otra mano me quitaba el plug de mi culete.
Me quitó el antifaz pero seguía atada.
– ¿Te gustó zorrita mía? – me dijo acercándose a mí y besándome la boca, (que bien sabía su boca a mí) – ahora verás que voy hacerte, te voy hacer una doble penetración. Pensaba que Rafa vendría, nos pillaría aquí jugando y se uniría pero se va a retrasar en el trabajo, me acaba de mandar un WhatsApp, así que prepárate para disfrutar las dos solitas.
Mientras me estaba diciendo todo esto me puso una mordaza con una pelota roja en mi boca y un arnés con dos pollas, una de ellas mediría unos 18-20 cm y bastante gorda y la otra era algo más pequeña y mucho más fina que la otra.
Me dió un cachete en todo el monte de venus para que no cerrara las piernas y lentamente fue introduciendo las dos vergas por mis agujeros que fueron muy bien recibidos hasta que estuvieron dentro del todo. Suavemente comenzó a bombearme y con uno de sus dedos me iba masajeando el clítoris. Cada vez sus embistes eran más fuertes y mis gemidos también, aunque estos eran ahogados por la mordaza negra y roja que estaba en mi boca. Viendo que tardaría poco en correrme me la quitó a lo que me dijo que si necesitaba chillar fuerte lo hiciera, nadie me oiría.
Mentía, ella sólo lo hacía para que David se pajease mientras nos veía desde en la distancia pudiera imaginar que estaba allí también.
Volvió a embestirme fuerte, tanto que mis chillidos se oían por todo el edificio, pero qué placentero a la vez.
Estaba tan excitada y sus derivados eran tan secos y violentos que me corrí y me pasó cómo la vez anterior, pero esta vez el squirting que estaba haciendo lograra empaparla entera a ella y a media cama.
Se quitó el arnés, me desató y me besó. Su beso fue tan dulce, que en mi vida había tenido uno igual o parecido.
Me cogió de la mano, me llevó hasta su bañera de hidromasaje, la llenó y nos metimos.
Me mimó como nadie en esta vida me había mimado.
Se puso detrás de mí, enjabonó mi cuerpo acariciándolo como si fuera a romperse y lavó mi pelo.
Salimos de la bañera y no me dejó secarme por mí sola, sino que ella quería hacerlo todo mientras no paraba de besarme.
Me puse la ropa que llevaba de recambio y cuando salí ella me estaba esperando en el sofá.
– Muchas gracias, me ha encantado, pero tú no te has corrido….
– No te preocupes pequeña mía, en una hora vendrá Rafa y mientras me folla le contaré con pelos y detalles todo lo que hemos hecho, además – su cara se tornó muy picara y sus ojos se tornaron más oscuros- el cabrón de mi vecino David se ha hecho una buena paja a nuestra salud mientras te he follado.
Mire hacia el exterior pero allí no había nadie. En el balcón de enfrente, sólo quedaban restos de una colilla mal apagada en un cenicero…

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