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Relatos

El vecino…

Todos los días de la casa al trabajo y del trabajo a casa. Este fin de semana aproveché y me puse en modo limpieza y encontré mis juguetes con los que me hicieron llegar a unos orgasmos riquísimos….
Quizás por la rutina y mi baja moral, dejé de hacerlo.
Llevaba mucho tiempo sin darme un rico orgasmo y esta sequía que llevaba encima me estaba matando. No me lo pensé, puse mis juguetes a cargar y cuando estuvieron cargados los limpié muy bien, dejándolos listos para volver a gozar después de tanto tiempo.
Vi la hora que era y con razón la barriga me rugía, se aproximaba la hora de comer y yo sin nada en la nevera. Bajé al súper de abajo a comprar un par de cosas y aproveché para darme un capricho de chocolate y alguna que otra bolsa de golosinas.
Estando en el supermercado, veía que algunos hombres me miraban mucho sobre todo en la zona de refrigerados, no entendía el porqué de sus miradas, hasta que bajé mi mirada, me veía normal, total iba en shorts y una camiseta y — ¡Mierda…! — ahí me di cuenta.
No llevaba sujetador, joder con las prisas no me acordé de ponérmelo, con lo que mis pechos en esta zona refrigerada reaccionaban, se marcaban y mucho. Como podía intentaba taparme un poco, pero creo que hice el efecto contrario, ya que cada vez los llevaba más duros.
Intenté darme prisa, pagué y fui directa al portal.
Allí me encontré con mi vecino de enfrente un hombre de entorno a 50 años donde se cuida tanto que podría decir que solo me lleva unos años, le delatan esas patas de gallo y esas canas que de vez en cuando intenta esconder tras una cera negra que se pone en su pelo para domarlo. Pero si soy sincera me pone y mucho, no podría negarlo.
— Hola vecina, vas bastante cargada, trae que te ayudo— dijo quitándome las bolsas que llevaba en la mano y a consecuencia de cogerlas, su brazo rozó uno de mis pezones que si aún seguía algo duro, esto terminó por ponerlo como una piedra.
— Gracias Javier pero ya podía yo sola, no hacía falta.
Él me miró a través de sus gafas de sol, sólo sonrió pero sé que aunque parecía que me miraba a la cara, sabía que me estaba mirando mis duros pezones. No sabía que me pasaba pero me estaba poniendo cardíaca.
Me acompañó hasta la puerta, hizo que abriera la puerta y ahí ya me dio las bolsas y cerró la puerta. Yo no podía, mi cuerpo me ardía, corrí a guardar todas las cosas que habían en las bolsas en su sitio.
Fui hasta mi habitación abrí las cortinas y la ventana, mi propio calor hacia que me faltase el aire. Me desnudé y me tumbe en mi cama.
Cogí uno de mis consoladores y me lo metí en la boca lentamente, lamiéndolo, calentándolo con mi saliva. Imaginé que le comía la polla a Javier, lo chupé hasta dejarlo bien lubricado y caliente. Abrí mis piernas y comencé a introducirlo en mi sexo, un leve gemido salió de mi boca. Empecé a moverlo y activé la vibración, después cogí uno más fino y volví a repetir el mismo procedimiento pero está vez lo puse en mi culo, anclé ambos en una especie de arnés con mango para que pudiera hacer con un solo movimiento que los dos me follaran a la vez.
Seguí moviéndolos, Dios cómo estaba disfrutándolo, lo necesitaba.
Oí un ruido y miré por mi habitación por si Misifu, mi gato Munchkin, estaba por allí, pero la ví que estaba durmiendo en su cama, así que volví a cerrar los ojos y me volvió a venir la imagen de mi vecino Javier, pero esta vez follándome y con su cuerpo todo sudado, joder, de mi boca empezaron a salir gemidos, uno detrás de otro….
Estaba a punto de correrme, cuando le oí jadear través de la ventana, me giré hasta encontrarme con sus ojos negros dilatados del deseo, baje mi mirada hacia el movimiento que tenía y se estaba haciendo una paja en condiciones. Se intentaba esconder pero con mi guiño de ojo supo que lo había descubierto.
Su verga gruesa y rosada me llamaba a chuparla, lamerla, metérmela en la boca, pero no podía, sabía que su mujer estaba en casa y si estaba siendo tan silencioso era para que no le pillase. Así que no me lo pensé, me puse frente a mi ventana y me recosté sobre dos almohadones para poder verlo mientras yo me tocaba.
Abrí muy bien mis piernas, quería que si se corría, lo hiciese viendo mi cuerpo entregándome a él, aunque nos distanciasen unos diez metros, como mucho, que era lo que tenía el patio de luces del edificio.
Estaba tan caliente que sabía lo que se aproximaba en mí y así fue, me corrí imaginándome ser su perra, eso hizo que de mi sexo salieran infinidad de jugos y de mi boca gemidos y su nombre, pero tan bajito que solo lo oí yo, él me leía los labios. Cuando dije su nombre un sonido bronco llegó desde sus cortinas. Estuvimos callados durante varios minutos, me levanté y me fui a la ducha.
Mientras me duchaba mi cuerpo no se conseguía enfriar, necesitaba ser follada de verdad y no en imaginación y ahí me vino la idea.
Salí de la ducha y cogí el móvil, abrí la aplicación de mensajería y escribí en el grupo de la comunidad:
— Hola, ¿alguien tendría un destornillador de estrella? Estoy montando un mueble y me está costando horrores — para mi suerte, es un grupo de comunidad de vecinos donde solo escriben los mismos y lo bueno que a esas horas la mayoría de ellos están comiendo o durmiendo la siesta, ya que el promedio de edad de los vecinos del edificio ronda los 70 años, a excepción de un par de vecinos.
Al minuto recibo un mensaje:
— Javier vecino: Hola, si quieres voy y te ayudo.
— Si por favor, me cuesta moverlo yo sola.
— Javier vecino: En dos minutos estoy allí con las herramientas.
— Vale, gracias por la ayuda.
Aproveché para ponerme un conjunto de negro de encaje y una bata negra de raso. A los dos minutos exactos, llamó a mi puerta, miré por la mirilla y estaba él solo.
Abrí la puerta, pero en vez de ponerme a su vista lo hice desde detrás, así cualquiera que estuviera por el rellano no vería nada. Cuando cerró la puerta y me vio así, solo dijo una palabra…
— Joder….
Y con esa palabra me empotró contra la pared y …..
Continuará…?

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