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Relatos

El bus…

Tengo 20 años y como todas las tardes, después de llegar de la universidad, como algo, hago los trabajos pendientes que me hayan mandado o quedado por hacer y me voy a trabajar a un restaurante para adultos llamado “BUBBIES”. Allí tenemos que ir con un top rojo bastante escotado con el logo en la zona del pecho en color blanco y una falda escocesa de colores rojo y blanco. La jefa siempre nos dice que vayamos sin sujetador, ya que con el aire acondicionado del local siempre vamos marcando pezón y eso hace que los clientes nos dejen más propina. Principalmente tengo este trabajo para poder pagarme la universidad. Cuando acabe la carrera de ingeniería, lo dejaré. Hoy me quedé más tiempo con el trabajo que me habían mandado para hacer en clase. Así que me di una ducha rápida, me puse el uniforme del curroo, me hice una coleta alta, cogí el bolso y la chaqueta por si hacía frío. Corrí hasta la parada. Era viernes y siempre se llenaba más de lo normal. Llegó el bus y empezamos a subir. Algunos pagaban y otros como yo, pasaban el bono de transporte. Esta vez me puse al lado de la barra, dónde en caso de que acelerara o frenase, pudiera agarrarme. Noté como alguien se ponía detrás de mí, pero no le di importancia, ya que estaba hasta los topes. Con el vaivén del bus, todos los que estábamos de pie nos balanceábamos y yo era una más. Cada vez que me movía por la inercia hacia que el que estuviera detrás de mí también se moviera a mi compás. En la siguiente parada subió más gente y yo me quedé con todo mi cuerpo pegado a la barra y mis dos brazos agarrada a ella. La persona que tenía detrás, se pegó mucho más a mi cuerpo prácticamente parecíamos uno, puso sus manos encima de las mías, supongo que era para que en caso de que la gente empezase a empujar él no me hiciera daño. Con el movimiento sentí algo duro rozar mi culo y supe que era su verga por como se iba haciendo hueco en él. Me puse nerviosa, quería salir de allí, pero con toda la gente y él aplastándome contra la barra no podía moverme, bajé mi cabeza y sólo vi que tenía unas manos grandes con un tatuaje que empezaba en su mano y seguía hacia arriba ya que con tanta gente no podía girarme y verle hasta donde llegaba. Su pantalón cada vez se apretaba más contra mí, con una de sus manos subió mi falda hasta quedar todo mi culo al aire. Aprovechó un acelerón del bus y se la sacó, la notaba muy dura y gorda. Volvió a atrapar mis manos con las suyas. Siguió moviéndose, no sé que me pasaba, pero me estaba excitando y mucho, notaba como mi tanga se mojaba hasta empaparlo. Mi cuerpo al excitarse se acopló mejor al suyo, arqueando más la espalda y  abriendo un poco las piernas para que se acoplase mejor. ¿Pero qué me estaba pasando? Me ladeó el tanga y me ensartó su polla. Mi coño lo acogió gustoso. Pasado unos segundos empezó a follarme suavemente, cuando me di cuenta me estaba tocando mi clítoris con sus dedos.- Córrete para mí, cariño – dijo con una voz tan seductora que hiciera que me humedeciese más. Siguió follándome, hasta que ahogué mi gemido en mi brazo. La sacó y de mi sexo comenzaron a bajar mis fluidos lentamente mojando mis muslos. Durante un segundo me quedé desconcertada, pero sentí su dedo en mi culo como iba abriéndose paso. Ahora sabía lo que venía, lo necesitaba…Me acoplé mejor para que me empalara y me la metió de un estacazo, completamente lo contrario a como me había follado anteriormente. Intenté cerrar los ojos y cerrar todo lo que podía la boca. Por suerte entre el hilo musical que había y varios grupos de gente hablando no oyeron mis gemidos ahogados ya que al ser más bruto estos gemidos eran más intensos.- Joder… – eso sí que no pude reprimirme decir.- Vamos putita mía, córrete otra vez para mí – ese mí, lo dijo con mucha énfasis y estirándome de la coleta para que él pudiera verme la cara  de soslayo mientras me corría. Me volví a correr esta vez  me mojé hasta los tobillos. A los tres embistes más, se corrió.- Espero volver a repetirlo zorrita, aunque, quizás cualquier día voy a tu trabajo y acabo follándote en el almacén. Mientras me lo decía, soltó la mano de mi coleta, sacó su polla, bajó la falda dejando el tanga en su sitio y se puso bien el pantalón. Me dió un beso en el hombro y se bajó en la parada junto a casi la mitad del autobús. Miré por la ventana por si lo veía entre esa marabunta de gente que habían bajado junto a él, de entre todos vi a un chico alto con gafas de sol, un polo blanco y un tatuaje por todo el brazo. Supe que era él, porque mientras el bus ya se ponía a rodar, giró medio cuerpo y me miró y sonrió. Me quedé en estado de shock, no entendía si había sido real y cómo nadie de nuestro alrededor se dio cuenta. Pero supe que había sido verdad porque aún tenía el tanga empapado de su leche cayendo de mi culito y mojándolo para que en toda la noche me acordara de él. El timbre de mi parada sonó sacándome del estado en el que estaba y las puertas se abrían para que bajásemos los pocos que quedábamos ya dentro. Continuará…

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