ASÍ EMPIEZA TODO
La tengo delante, pero no puedo hablarle. No sé qué decirle. Y me ha mirado, pero he retirado la mirada como pidiendo perdón por haberla mirado. Como sintiendo vergüenza porque me ha descubierto, o como diciendo: “Sí, te he mirado, pero no lo he hecho con mala intención”. Soy como el resto y ella lo sabe. Lo sabe porque ha habido otros que han retirado la vista.
Entonces, mientras yo sigo pensando en ella, ella ya se ha olvidado de mí. Y mientras escribo estas palabras, yo la estoy viendo. Y mientras tú las lees, yo, probablemente, seguiré pensando en ella. Seguiré pensando en lo débil que soy, en que ella está delante y quiero hablarle, pero me quedo paralizado y no hago nada. Está delante, sí, y solo necesito dar unos pasos para acercarme a ella, pero no sabría que decirle y tengo miedo a incomodarla. Y siento que haré el ridículo y que todo el mundo se quedará mirando.
Y ella está justo ahí, a unos metros de mí, pero es como si nos separase una barrera mental, y no puedo alcanzarla. Para el resto la situación es sencilla y se inventan una excusa que se creen. Mi excusa podría ser que estoy sentado junto a un compañero de trabajo en mitad de un aeropuerto perdido en un país escandinavo. Si me acercase a ella se hablaría de mí en la oficina. Pero ¿es que veo el hecho de que me guste esta chica como algo malo?…